Preservar la calidad de vida tras el cáncer de próstata

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El cáncer de próstata es probablemente el tumor que más ha crecido en los últimos años porque está íntimamente ligado al envejecimiento (el riesgo aumenta con la edad) y a los estilos de vida (que están detrás de 1 de cada 3 tumores). Por ello, cada vez se diagnostican más casos –cada vez vivimos más- y la detección precoz es también mayor, mejorando el pronóstico.

Por lo tanto, las expectativas para el paciente, tanto en índice de curación como en calidad de vida han mejorado considerablemente, algo en lo que ha sido determinante los avances en los tratamientos.

Tratamiento: cuanto antes, mejor

Como en todos los tumores, cuanto antes se actúe una vez que se ha confirmado el tumor, mejor. Siempre tiene menos riesgo y provoca menos efectos secundarios un tumor pequeño que uno mayor, pero el paciente debe estar informado de todas las opciones de tratamiento a su alcance y de los efectos que va a tener sobre su calidad de vida. Combinando factores como el tipo de tumor (grado de Gleason), la cifra de PSA, el tamaño del tumor, su posible propagación fuera de la próstata, la edad del paciente, su estado general de salud y -siempre que es posible- las preferencias del propio paciente, podemos obtener un tratamiento personalizado y adecuado a sus circunstancias.

En el tratamiento del cáncer de próstata existen varias opciones, pero las dos con mayor nivel de evidencia científica y con capacidad demostrada de curación son dos: la cirugía y la radioterapia.

  1. La  cirugía consiste en la prostatectomía radical (extirpación de la glándula), que se puede realizar según diferentes modalidades: abierta o laparoscópica, con o sin linfadenectomía (extirpación de los ganglios) y puede preservar los nervios y músculos que regulan la función sexual y la micción. Los efectos secundarios de la cirugía tienen que ver con la posibilidad de incontinencia, muchas veces recuperable, y de impotencia sexual.
  2. La radioterapia puede ser un complemento de la cirugía y ha experimentado una notable evolución en la última década. El tratamiento consiste en el uso de radiación focalizada para destruir las células tumorales. El uso de nuevas técnicas de tratamiento con radiación, como la arcoterapia volumétrica modulada y el uso de sistemas de imagen durante las sesiones de radiación para asegurar la precisión del tratamiento (IGRT) han hecho que los efectos secundarios de la radioterapia tengan actualmente muy baja incidencia. Además, disponemos de aceleradores lineales de última generación, como el TrueBeam STx con tecnología Novalis que nos permite, en muchos casos, gracias a su precisión y potencia tecnológica, realizar tratamientos en menos días que en otros centros, reduciendo el tiempo global de su estancia.

Los efectos secundarios

Como decíamos, los principales efectos secundarios de la cirugía son la incontinencia urinaria, en algunos casos reversible, y la impotencia sexual. Por eso es fundamental que el paciente esté bien informado de la validez de cada tratamiento y de las ventajas e inconvenientes de cada uno. El escenario ideal sería que el paciente se sentara a hablar con un urólogo y con un especialista en oncología radioterápica antes de decidir conjuntamente la mejor opción terapéutica.  En iTAcC seguimos esta pauta y antes de iniciar un tratamiento con radiación buscamos entrar en contacto con el urólogo de confianza del paciente para, de manera multidisciplinar, realizar un enfoque conjunto.

Hoy día, algunos tipos de cirugía permiten, en algunos casos, extirpar el tumor preservando los nervios y los músculos que regulan la función sexual y la micción. Desde luego, la combinación de estas técnicas de cirugía y de las nuevas técnicas de radiación con aceleradores lineales como el True Beam STx capaces de sincronizar la radiación con órganos en movimiento como la próstata, con una precisión desconocida hasta ahora, son las opciones de tratamiento que provocan menos efectos secundarios.

Tras el tratamiento

Y tras el tratamiento, se deben realizar periódicamente revisiones con su médico, monitorizar la cifra de PSA con una periodicidad trimestral o semestral, y pasados cinco años del tratamiento, realizar las revisiones anuales que deberían hacer todos los varones mayores de 50 años.

Ver artículo publicado en La Razón 

Dr. Rodrigo García-Alejo
Oncología Radioterápica

iTAcC